27 November, 2013 12:54

Miércoles 27 de noviembre de 2013 | Publicado en edición impresa

Cámara Civil

Analizan suspender a un juez que llama "brujas" a sus colegas

Por Hugo Alconada Mon | LA NACION

Twitter: @halconada |
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En cuestión de días, el Consejo de la Magistratura analizará el futuro de un camarista que califica de "brujas" y de "buitres, caranchos y otros bichos" a sus colegas de toda la Cámara, incluso con imágenes alusivas.

Se trata del juez Diego Carlos Sánchez, de la sala D de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, a quien también se le imputa guardar expedientes bajo llave en su despacho durante meses, firmar sentencias con fechas en las que, en realidad, se encontraba fuera del país y negarse, también durante meses, a firmar fallos y trabar la gestión judicial.

La Corte Suprema le aplicó una multa del 10% de su salario por cometer una "falta grave" y lo apartó de varios expedientes el 19 de este mes, en la resolución 3096/2013, que firmaron seis de sus integrantes. Pero antes, y al igual que la Cámara, ya lo había reportado ante el Consejo.

Sánchez, sin embargo, atribuye esas denuncias a su decisión de reclamar que el Poder Judicial afronte las supuestas "ilicitudes" cometidas por sus colegas, en vez de "esconder la basura debajo de la alfombra".

La suerte de Sánchez podría definirse la semana próxima, según reclama el senador Mario Cimavedilla (UCR). Sería en la misma sesión en que los consejeros evaluarán si inician el proceso para la eventual destitución del juez federal Daniel Rafecas por su actuación en el caso Ciccone.

Camarista desde 2005, Sánchez registra desde hace años problemas crecientes de convivencia con sus colegas de la sala D, Patricia Barbieri y Ana María Brilla de Serrat, a las que empezó a lanzarles dardos en escritos internos de la Cámara y en diversos expedientes. Pero él replica que el problema es anterior y atribuible a Brilla de Serrat, a quien denunció a su vez ante el Consejo en agosto de 2011.

La relación era ya insostenible. En abril de ese año firmó en un expediente una larga disquisición sobre "el feo graznido de un buitre, un carancho o de algún otro pajarraco, o pajaruco, o pajatore, o pajarón, alimentados de carroña", para aludir así a los colegas varones de la sala B de la Cámara que respaldaron a las colegas de su sala. Más aún, insertó tres imágenes alusivas.

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Sánchez considera que su decisión de incluir imágenes de buitres fue un error, pero que lo hizo para llamar la atención sobre lo relevante. "Creí (hoy reconozco que mal) que serían útiles en este caso para, siquiera, que se consideren mis decenas, cientos, de pedidos de expedientes y escritos que se me ocultan, planteos que se omiten, acuerdos que no se realizan, sentencias que se «arrancan», e injusticias que a diario se cometen", planteó a LA NACION.

Los conflictos crecientes dentro de la Cámara derivaron en un plenario, el 11 de septiembre de 2011. Allí, tras escuchar a los tres miembros de la sala conflictiva, la Cámara "por unanimidad" comunicó lo que ocurría al Consejo de la Magistratura, "por razones de gravedad institucional y urgencia".

"QUE LAS HAY, LAS HAY"

A raíz de eso, Sánchez (hoy de 71 años) debió defenderse en el Consejo de la Magistratura, que aún no adoptó una decisión. Pero, poco después, el camarista volvió a la carga. Y para abril de este año la situación se tornó insostenible. Además de denunciar ante la justicia penal a sus colegas de sala -ya sobreseídas en algunas de esas causas-, Sánchez envió una nota a la secretaria de la sala en la que aludió a sus colegas como "brujas" e insertó dos imágenes alusivas. "Que las hay, las hay", remató, y las acusó del supuesto daño que dijo que le causó una nota publicada en el portal Mercado y Transparencia, que lidera una hija de la procuradora Alejandra Gils Carbó.

Un mes después, la Cámara volvió a reunirse en pleno. Recordó que la Corte convalidó "en cinco oportunidades" la actuación de las dos camaristas y desestimó las acusaciones de Sánchez. También expuso que él fechó su voto en una sentencia en un día en que se encontraba en los Emiratos Árabes Unidos, según confirmó la Dirección de Migraciones, por lo que se radicó una denuncia penal. Y que entre agosto de 2012 y febrero de 2013 se negó a firmar todas las sentencias. Pero, ante una pregunta de un colega, Sánchez pasó al ataque. "El compañero [Carlos] Bellucci", atizó, "toca de oído y toca muy mal", en línea con el mote de "barrabrava" que adjudicó a otros camaristas del fuero.

Así, la Cámara aprobó por segunda vez, también por unanimidad, informar al Consejo de la Magistratura, "solicitándole su urgente tratamiento y, en su caso, la intervención del Cuerpo de Auditores Judiciales".

Pero tres meses después, y ante la inacción del Consejo, Sánchez redobló la carga. Acusó a sus "compañeras" de sala de "alienación, arbitrariedad, autoritarismo, ilicitud e irracionalidad", además de "mendacidad y/o sofismas", y repudió a la Cámara como parte de la "burda recontracorporación unidad judicial argentina (Bruja)".

Ante la consulta de LA NACION Sánchez reafirmó esa visión sobre la Cámara y la Corte. "La «corporación judicial» defiende a quien estima de la «familia judicial» y ataca a quien no lo es. En particular si ha denunciado", dijo, a alguien de esa "familia".

Por todo eso, el senador y consejero Cimavedilla reclamó el 7 de este mes "convocar con carácter urgente a una reunión de la Comisión de Disciplina y Acusación". Pero Sánchez ya tiene posición tomada. En una revista llamó al titular del Consejo, Mario Fera, "el comandante ocasional de la «bruja»"..